Uno de los momentos más incómodos en el trabajo es cuando tienes que hacer una corrección a otra persona, necesitas decirle algo que, con certeza, sabes que no le va a gustar.
Aunque haya personas que les cueste creerlo, a nadie le resulta agradable decirle a un empleado que algo no está haciéndolo correctamente y que tiene que cambiar.
Nos guste o no nos guste, si lo que tenemos que decir a nuestro empleado le va a ayudar tanto a él como al resto del equipo, le va a suponer un beneficio en su mejora profesional o personal debemos de comunicárselo, buscando siempre la mejor forma de no herir sus sentimientos al mismo tiempo que el mensaje cale y se produzca un compromiso sincero de cambio.
Una de las barreras que nos encontramos a la hora de hacerlo de forma efectiva es la comunicación que utilicemos, ya que lo podemos hacer de forma agresiva, pasiva o asertiva.
En el primer caso, de modo un tanto agresivo y excesivamente directo, la persona que no se calla y dice lo que piensa con más o menos dificultad, no le cuesta corregir y dar órdenes (con eso no quiero decir que le resulte agradable, que le guste) sin embargo, en demasiadas ocasiones, lo dice en un tono y en un momento poco apropiado. Este estilo de comunicación es cerrado, no se escucha a la persona a la que se le está corrigiendo, se interrumpe y se monopoliza la conversación. Su comunicación no verbal es amenazadora, su tono muy alto, usa un lenguaje abusivo y opera desde la posición “yo gano, tu pierdes”.
En el segundo caso, es el jefe (o padre) al que le cuesta expresar sus desacuerdos. En esa comunicación se disculpa constantemente, permite que sean los otros los que tomen las decisiones, su tono de voz es débil, suele atrasar todo lo que pueda estas situaciones, le cuesta demostrar su posición, se siente incómodo.
El tercero de los casos, es el de asertividad, un modelo de relación que consiste en conocer los propios derechos y defenderlos, respetando a los demás. Esta comunicación está en un punto intermedio entre las dos anteriores. Es una forma de expresión consciente, congruente, directa, equilibrada cuya finalidad es comunicar nuestras ideas y sentimientos, o defender nuestros legítimos derechos, sin la intención de herir o perjudicar, actuando desde la autoconfianza en lugar de la emocionalidad, ansiedad o rabia. En esta comunicación se escucha, se establece límites, se establece observaciones, que no juicios, se expresa de forma honesta y directa, considera los sentimientos de los demás, es confiada, decisiva, proactiva, motiva, entiende.
Tengas lo que tengas que decir a tu empleado dilo siempre en este estilo de comunicación.
Y por último te añado unos pequeños consejos para cuando llegue ese momento de decirle a alguien que huele mal:
1.- Ten claro que es por su bien y por el de todo el equipo y que eres tú, como responsable, quien debe de hacerlo, y cuanto antes, mejor. Es por su propio beneficio.
2.- Ejerce el liderazgo con tus empleados. Sé líder y no jefe.
Consigue que quieran hacer algo, cambiar algo porque ellos han tomado la decisión, no porque tú se lo ordenas, de esa forma la decisión tendrá mucha más fuerza.
3.- Si hay algo que quieres comunicar a tus empleados y les va a ayudar a su mejora profesional o personal, si realmente es un beneficio para ellos, ármate de valor y comunícaselo, pero siempre desde una posición de liderazgo (reto o desafío y compromiso) y no de jefatura (orden).
4.- Enfócate en la conducta, no en la persona. Ha hecho algo mal, no es malo.
5.-Escoge un buen momento para hacerlo, de esa forma controlaras mucho mejor tus emociones, con calma, ya que enfadados no somos tan objetivos.
6.- Si eres por el contrario inseguro, escribe lo que le quieres decir, practícalo y trasmítelo con un tono firme y seguro. Prepara sus posibles respuestas para contestárselas también con seguridad.
7.- Mantén un contacto visual constante.
8.- Da prioridad a ese momento, olvídate del móvil y de todo. Ahora estás con tu empleado. Transmítele que él merece esa dedicación, ese tiempo.
9.- Si lo breve es bueno, dos veces bueno.
10.- Por favor siempre, siempre, los elogios en público, las correcciones en privado.
11.- Una vez que hayas manifestado tu critica pregúntale de que manera cree que debe manejarse la situación. Busca su compromiso.
Y recuerda, muy muy importante:
“Se lidera con lo que somos, luego con lo que hacemos y, en tercer lugar, muy en tercer lugar con lo que decimos”